jueves, 25 de marzo de 2010
Tengo
Una coneja “Belier” con orejas caídas que tenía que llamarse Romeo. Una protagonista de novela que cada día se parece menos a mí. Un piso de propiedad en el que no vivo. Unas ganas tremendas de vivir en él. Probabilidades remotas de que eso ocurra. Dos sobrinas con doble nacionalidad. Una madre que hace milagros. Un hermano que intenta hacerlos. Suerte a veces. Mala leche a menudo. Cuatro dedos para contar cuatro amigos. Trescientos números de teléfono en el móvil. Abrazos de serie. Y un resfriado que me tiene castigada frente a la pared de mi propio silencio.
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