Ella piensa sí.
E invierte buena parte de la mañana en recoser retales de un pasado común con un hilo imperceptible.
Él piensa no.
Y se apresura en desnudar el armario para llenar su maleta con excusas abotonadas.
En la puerta, dos bocas mudas se miran a los ojos con el ánimo mutilado.
Ella piensa sí. Él no.
Y una puerta se cierra con la voz callada.
jueves, 19 de agosto de 2010
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