Lo peor de que llegue el verano es que, incluso los más escépticos, nos rendimos antes las evidencias.
Cuando se acerca el verano, las evidencias se te agarran a los párpados con un ímpetu adolescente y te crecen las verdades. Te crecen "ellas" bien altas y largas.
Así.
Como si no.
Y con el bikini puesto.
Porque no hay sol sin playa concurrida. Ni terraza de bar sin fumadores en chanclas. Ni sudor sin clara. Ni guiris sin guía. Ni noche sin sueños. Ni affaire sin Romeo. Ni piel sin toalla.
Porque en verano, cuando las temperaturas hablan, nos basta el aftershave, el Raid y hasta las sábanas blancas.
Y entre voces y poses, dejamos que nuestro cuerpo se cubra de sal, de alcohol y de ganas.
Por si llega el invierno.
Y nos pilla sin fuerza y sin alma.
domingo, 15 de abril de 2012
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