Cuando vas cumpliendo años cultivas secretos. Te nacen y te crecen sin pedir permiso. Mitad miedo y mitad tú. Se encierran en ti para hacerte más viejo. Más precavido. Menos infancia y más silencio. Como un nubarrón de delito en el fondo de tu universo.
Esas palabras que liberas de culpa viven en el más aquí, entre argumentos absurdos y decenas de “lo siento”. Tan anárquicas como la vida. Tan hipócritas como el respeto.
Allá donde las guardes, duermen. Mentirosamente libres. Y siempre en guerra con tu epicentro.
domingo, 29 de julio de 2012
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