Si un día tengo una tienda la llamaré “rarezas” y me dedicaré a vender esas cosas extrañas que generamos los humanos.
- Póngame una risa a destiempo y un chiste mal contado, por favor.
- ¿Quiere una bolsita?
- No…gracias…me lo llevo puesto.
La tienda la pintaré de verde…verde pistacho o verde manzana. Abriré todos los días (por aquello de no dejar a nadie con la intención a medias) y, en vez de en euros, cobraré en abrazos. Abrazos largos, abrazos de color cielo o abrazos con un poquito de azúcar glaseada.
Cuando me canse de mi tienda, creo que la traspasaré. Y con los besos que me paguen montaré una librería. Una librería discreta, con mucha luz y un rincón con los mejores best sellers de todos los tiempos.
Y allí te esperaré, entre cientos de palabras gastadas y finales previsibles.
lunes, 27 de diciembre de 2010
jueves, 23 de diciembre de 2010
Esas palabras que me producen frio
Cuchillo.
Marido.
Rencor.
Nube.
Susurro.
Paro.
Escalera.
Aeropuerto.
Tacón.
Tos.
Pescado.
Iglesia.
Síndrome.
Y Navidad.
Sobre todo, navidad.
Marido.
Rencor.
Nube.
Susurro.
Paro.
Escalera.
Aeropuerto.
Tacón.
Tos.
Pescado.
Iglesia.
Síndrome.
Y Navidad.
Sobre todo, navidad.
jueves, 16 de diciembre de 2010
En mí
Pídeme un café y deja que me siente ahí, entre la nostalgia y la desidia. Mejor sola. Sin camaradas, ni compañeros, ni caballeros. Sola yo, con mi taza y mis virtudes.
Dile a ese barman que hoy no me recete azúcar. Ni ron. Ni cucharilla. Ni esa espumilla que se evapora cuando suspiro en voz baja. Que me basto y que me sobro con ese trozo de glamour que intercambié con el diablo, cuando el diablo era mucho menos y poco más que una palabra.
Déjame que saboree mi presencia en blanco y negro. La presencia de los yo´s vagabundos. De los vestidos de sastre con talle alto. La de Audrey y la de Bergman. La que imaginas cuando caminas. Cuando te escondes, y cuando empiezas.
Pídeme ese café y no me hables de la crisis. Déjame con mi humildad, con mi actitud y sus matices. Que hoy no quiero bailes, ni promesas, ni guitarras.
Porque cuando el alma exige, no existe voz que sepa cortejarla.
Dile a ese barman que hoy no me recete azúcar. Ni ron. Ni cucharilla. Ni esa espumilla que se evapora cuando suspiro en voz baja. Que me basto y que me sobro con ese trozo de glamour que intercambié con el diablo, cuando el diablo era mucho menos y poco más que una palabra.
Déjame que saboree mi presencia en blanco y negro. La presencia de los yo´s vagabundos. De los vestidos de sastre con talle alto. La de Audrey y la de Bergman. La que imaginas cuando caminas. Cuando te escondes, y cuando empiezas.
Pídeme ese café y no me hables de la crisis. Déjame con mi humildad, con mi actitud y sus matices. Que hoy no quiero bailes, ni promesas, ni guitarras.
Porque cuando el alma exige, no existe voz que sepa cortejarla.
miércoles, 8 de diciembre de 2010
Una oda
Sólo la noche escucha a los que se hacen preguntas sin interrogantes.
Sin reproches ni corsés, la noche agita a la impotencia, a la inspiración, al deshabito y a la tristeza crónica. Cuando se apagan las luces, nace el insomnio, el ruido del silencio, el secreto mal contado y la soledad de nuestro propio olor. Porque no hay soles canallas ni lunas vírgenes, la noche calla mientras la mañana habla.
Lo dijo Nietzsche y lo dice el ánimo. Los suicidas, las hadas, los lujuriosos, las brujas, los impacientes e incluso los buhos (con tres copas de más) son hijos de la oscuridad más cruel. Por mucho que duela y por poco que cure.
La noche, durmamos o no, es propiedad absoluta de los que sueñan.
Sin reproches ni corsés, la noche agita a la impotencia, a la inspiración, al deshabito y a la tristeza crónica. Cuando se apagan las luces, nace el insomnio, el ruido del silencio, el secreto mal contado y la soledad de nuestro propio olor. Porque no hay soles canallas ni lunas vírgenes, la noche calla mientras la mañana habla.
Lo dijo Nietzsche y lo dice el ánimo. Los suicidas, las hadas, los lujuriosos, las brujas, los impacientes e incluso los buhos (con tres copas de más) son hijos de la oscuridad más cruel. Por mucho que duela y por poco que cure.
La noche, durmamos o no, es propiedad absoluta de los que sueñan.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
Especialmente para ti
Si alguien (tú, él, ello u ella) vuelve a llamarme “especial”, lo envío lejos. Y entendamos por “lejos” el horizonte más infinito.
Ser “especial” es como ser “diferente” pero con una sílaba menos. Es un agravio, una falacia y una inconcreción que cotiza a la mínima. Por definición y significación es el colmo del no-ser. Es aburrido, vacío, inverosímil, y menos útil que llevar una T10 en el bolsillo.
Yo no quiero ser “especial”. Yo me pido ser “cualquiera” con pulmones y alma. Y si me preguntas “quién”, me escondo en mi casilla verde y no salgo hasta que saque un seis.
Crezcamos señores. Que con tanta tontería se me ensucia la calma.
Ser “especial” es como ser “diferente” pero con una sílaba menos. Es un agravio, una falacia y una inconcreción que cotiza a la mínima. Por definición y significación es el colmo del no-ser. Es aburrido, vacío, inverosímil, y menos útil que llevar una T10 en el bolsillo.
Yo no quiero ser “especial”. Yo me pido ser “cualquiera” con pulmones y alma. Y si me preguntas “quién”, me escondo en mi casilla verde y no salgo hasta que saque un seis.
Crezcamos señores. Que con tanta tontería se me ensucia la calma.
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