lunes, 27 de diciembre de 2010

Si un...

Si un día tengo una tienda la llamaré “rarezas” y me dedicaré a vender esas cosas extrañas que generamos los humanos.

- Póngame una risa a destiempo y un chiste mal contado, por favor.
- ¿Quiere una bolsita?
- No…gracias…me lo llevo puesto.

La tienda la pintaré de verde…verde pistacho o verde manzana. Abriré todos los días (por aquello de no dejar a nadie con la intención a medias) y, en vez de en euros, cobraré en abrazos. Abrazos largos, abrazos de color cielo o abrazos con un poquito de azúcar glaseada.

Cuando me canse de mi tienda, creo que la traspasaré. Y con los besos que me paguen montaré una librería. Una librería discreta, con mucha luz y un rincón con los mejores best sellers de todos los tiempos.

Y allí te esperaré, entre cientos de palabras gastadas y finales previsibles.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Esas palabras que me producen frio

Cuchillo.
Marido.
Rencor.
Nube.
Susurro.
Paro.
Escalera.
Aeropuerto.
Tacón.
Tos.
Pescado.
Iglesia.
Síndrome.
Y Navidad.

Sobre todo, navidad.

jueves, 16 de diciembre de 2010

En mí

Pídeme un café y deja que me siente ahí, entre la nostalgia y la desidia. Mejor sola. Sin camaradas, ni compañeros, ni caballeros. Sola yo, con mi taza y mis virtudes.

Dile a ese barman que hoy no me recete azúcar. Ni ron. Ni cucharilla. Ni esa espumilla que se evapora cuando suspiro en voz baja. Que me basto y que me sobro con ese trozo de glamour que intercambié con el diablo, cuando el diablo era mucho menos y poco más que una palabra.

Déjame que saboree mi presencia en blanco y negro. La presencia de los yo´s vagabundos. De los vestidos de sastre con talle alto. La de Audrey y la de Bergman. La que imaginas cuando caminas. Cuando te escondes, y cuando empiezas.

Pídeme ese café y no me hables de la crisis. Déjame con mi humildad, con mi actitud y sus matices. Que hoy no quiero bailes, ni promesas, ni guitarras.

Porque cuando el alma exige, no existe voz que sepa cortejarla.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Una oda

Sólo la noche escucha a los que se hacen preguntas sin interrogantes.

Sin reproches ni corsés, la noche agita a la impotencia, a la inspiración, al deshabito y a la tristeza crónica. Cuando se apagan las luces, nace el insomnio, el ruido del silencio, el secreto mal contado y la soledad de nuestro propio olor. Porque no hay soles canallas ni lunas vírgenes, la noche calla mientras la mañana habla.

Lo dijo Nietzsche y lo dice el ánimo. Los suicidas, las hadas, los lujuriosos, las brujas, los impacientes e incluso los buhos (con tres copas de más) son hijos de la oscuridad más cruel. Por mucho que duela y por poco que cure.

La noche, durmamos o no, es propiedad absoluta de los que sueñan.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Especialmente para ti

Si alguien (tú, él, ello u ella) vuelve a llamarme “especial”, lo envío lejos. Y entendamos por “lejos” el horizonte más infinito.

Ser “especial” es como ser “diferente” pero con una sílaba menos. Es un agravio, una falacia y una inconcreción que cotiza a la mínima. Por definición y significación es el colmo del no-ser. Es aburrido, vacío, inverosímil, y menos útil que llevar una T10 en el bolsillo.

Yo no quiero ser “especial”. Yo me pido ser “cualquiera” con pulmones y alma. Y si me preguntas “quién”, me escondo en mi casilla verde y no salgo hasta que saque un seis.

Crezcamos señores. Que con tanta tontería se me ensucia la calma.