lunes, 26 de diciembre de 2011

Podría

Hoy podría contarte que me aprieta la Navidad.
Que buscando un antídoto me dejé las ganas.
Que los villancicos se me antojan rancios y los polvorones grises.
Y que esos secretos tan nimios seguirán en babia.

Que ni los padres ni los reyes nos harán favores.
Que el sonido de los besos descubrirá tus cartas.
Que quizás sí, pero tal vez no.
Que ya sé yo que todos guardamos un dado y un “alías”.
Por si acaso.
Porqué sí.
Y por aquello de paliar la nada.

Hoy podría contarte que queda menos para enero.
Que rasgué mi calendario con las chinchetas del alma.
Que el sonido de este hoy me subvencionó la rabia.
Con lo puesto y sin receta.
Como dictan los cánones en estas fechas.
Como dictan los cánones y mi ansia.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Mientras pienso

A veces me hablo bajito y me digo al oído cosas terribles.
No son lamentos. Ni reproches. Ni resquicios silábicos feos.
Es un discurso oscuro (con mano negra incluida) que huele a recortes, malversación y paro.
Lo suyo sería ignorarme, calzarme unos cuantos suspiros y esperar que no muerda con saña la cuesta de enero.
Pero la cosa está mal, oye.
Y las ganas del 2012 andan muy cojas de panes, peces y sueldos.

A veces me grito bajito que la solución pasa por contar euros. Y aferrarse a la santa madre Europa y a esa fe hambrienta que nos crece en el noreste del cerebro.
Pero igual no, oye.
Igual es mejor que la impotencia nos pille (mal y pronto) con el escepticismo ardiendo.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Esas cosas que echan de menos mis 38 años

Las navidades en las que aún no faltaba nadie.
Los Reyes Magos que no conocían a mis progenitores.
Las estrellas de Sant Feliu de Guixols.
El Sur de mi padre.
La piel de mi sobrina prematura.
Los ojos de Ego, mi primer gato.
La disciplina de mis notas de junio.
La primera mano de mi primer amor.
Mi constancia.
Las cosquillas fraternales de mi infancia.
La voz de Antonio Molina.
El miedo a la muerte.
El aliento de mi profesora de filosofía.
El olor de los bollicaos.
La ingenuidad.
El color de mis libretas de matemáticas.
La sangría en las tardes de mi adolescencia.
Y las cartas.
Aquellas cartas.
O ese trozo de mí que se escondía en sobres de color blanco.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

En-Amor-Hada

Del calor.
Del color.
Del temblor.
De las flores raras que crecen en las aceras.
De la lluvia absurda y el sol gastado.
De las alas.
De tu casa.
De la mía.
Y de esas dos mismas casas que ahora son nuestras.
Del verde lágrima.
Y del negro claro que hace un mes olía a gris.
Enamorada de mí cuando me hablas de ti.
Porque eres ventana y espejo, gracias.

viernes, 1 de julio de 2011

Historia de un "no"

Busco un “no”. Un “no” con cara de idiota y mirada de punto final que me muerde todas las noches. Eso sí. Que nadie se inquiete. La rotundidad de mi “no” es selectiva. Y va directo a por mí. Se me cuela por las orejas y me ensucia las neuronas con su miedo envenenado.

El “no” del que os hablo es pequeño, mayúsculo y cruel. Sí. Lo es. Como esos dictadores que te matan cualquier “quizás”. Como el verdugo encapuchado que se esconde de sus propios ojos. Como la intransigencia de los más necios.

Llevo semanas oliendo su azufre y escribiendo, en sus sombras, cientos de “síes” altos, fuertes y superlativos. Pero este “no” mío, que se disfraza de grito en cuanto me giro, tiene más voz que alma y menos compasión que vergüenza. Y eso duele.

Si alguien lo intuye, lo sueña o lo siente, que me preste en abrazo y un par de sonrisas. Yo creo que con eso y un buen plan, lo fulminamos.

viernes, 17 de junio de 2011

No me llames Dolores, llámame Lola

Vale. Venga. Hoy os voy a contar un secreto.
Pero eso sí. Que nadie se lo diga a nadie. Todos mudos y con el candado de la cremallera puesto.

Hace cosa de un mes le robé una de sus 7 vidas a mi gata Lola. Haciendo un cálculo rápido, deduje 2 cosas: que 6 vidas son más que suficientes para hacer frente a la eternidad más eterna y que a mi Lola, ese peluche con uñas que duerme acariciada en mis huesos, no le importaría nada vivir con un poco menos de munición de repuesto.

Con mucho pudor me calcé su destreza, su porte y su riesgo. Y como el que susurra en el ruido, me inmiscuí en la rutina felina del indefenso. Ahora mismo ando descalza por las barandillas. Me acurruco en los cajones. Me camuflo en el silencio. Salto al vacío desde lo que me parece un abismo y caigo de pie, para sentir finalmente la libertad inconsciente de los que saben vivir con el peligro del intento.

Desde que vivo como Lola soy menos yo, pero soy más yo durante mucho más tiempo. Y lo mejor de todo (y ahí va el secreto)…ni siquiera pienso.

lunes, 6 de junio de 2011

Tengo

37 años + casi 1 – 4 días.
48 kilos que me caben divinamente en 1.62 cms.
Una madre que hace milagros con dos manos y 10 dedos.
Un hermano con un par de esos muy bien puestos.
Una cuñada con una estrella Michelin enorme.
Dos sobrinas medio de allí, que viven aquí y huelen a mí.
Una hipoteca de 90 m2 con terracita.
La capacidad de escribir y las ganas de hacerlo con ganas.
Ningún capricho frustrado y muy poquitas tonterías de las tontas.
Unos cuantos meses sabáticos que le robé a las nóminas del pasado.
Sueños grandes que caben en botecitos transparentes.
Una gata que habla Miau-jiri con acento catalán.
Una coneja sin prisa.
Y mi bicicleta.

Por todo eso, que es mucho y sabe a tanto, este junio me pido una ronda de “que me quede como estoy”, con sus dos cubitos de quiero y su tapita de abrazos. Y a brindar todo Dios…que ésta la pago yo.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Vivir entre interrogantes

Preguntas. Preguntas miopes. Místicas. Opacas. Enfermas. Anfibias. Obtusas. Aéreas. Opuestas. Cautivas. Feroces. Banales. Altivas. Incautas. Crudas. Impares. Astutas. E infieles. Preguntas parásitas sin respuesta, que me han robado unos 4 kilos.

Ese es el resumen de mis últimas dos semanas. Ni “síes”. Ni “noes. Ni “no sabe / no contesta”. Solo un vómito de adjetivos calificativos inútiles, alguna excusa adolescente y un séquito de frases des-suboordinadas. Nada más. Sola yo con mi impotencia y sin munición. Justa de ironía y coja de aire. Con hambre de ganas y sin apetito.

A veces la vida es eso. Vida a secas. Y lo demás, eso que ocurre cuando no te giras, es el puñado de sal que nos crece dentro.

viernes, 22 de abril de 2011

Ni más ni menos

Un día cualquiera creas un blog y al minuto siguiente te sientes más. Ni más alta. Ni más guapa. Ni más lista. Ni más mejor. Simplemente, más.

En un solo minuto te conviertes en propietaria de una ventana indiscreta, la tuya. De un agujero subjetivo, el tuyo. Y de una voz, esa misma que te salva y te mata (según se tercie).

Y aunque sigues sin ser la que siempre soñaste, te agarras a tu “más” y te subes. Te subes a las palabras sin casco ni cinturón. Y juegas. A pisar todos los charcos. A saltar encima de las camas. A guardarte el chicle en los bolsillos. Juegas a respirar.

Pero un día cualquiera te imaginas que un alguien con bata blanca te extirpa tu blog. Y te sientes menos. Ni menos alta. Ni menos guapa. Ni menos lista. Ni menos mejor. Simplemente, menos.

Más nadie. Y menos tú.

lunes, 11 de abril de 2011

Puestos a prohibir, prohibamos

Lo digo. Lo redigo. Lo afirmo. Y hasta lo firmo. A los tontos con miedo los tendríamos que prohibir. Así, sin más. Sin rodeos ni jaleos. Y con premeditación y alevosía, claro.

Los tontos con miedo son terriblemente perjudiciales para la salud. Se pasean sueltos por el día a día contagiando inseguridad y a poco que te descuides…zas, te dejan sin un puto sueño.

Si te dicen ven y lo dejas todo, agárrate y no respires. Porque ese tonto con miedo te lo va a poner muy difícil. Que sí. Que los valientes son muy valientes en las películas de valientes pero no jodamos, ser valiente cuando hablamos de amor (y por amor) escuece.

Propongo que tomemos consciencia y, en consecuencia, actuemos. Digamos “no”, “nunca” y “vete”. Y ya puestos, lo votamos. Porque el día que los tontos con miedo se nos cuelen en el bolsillo del alma, no nos van a quedar ni ganas de salir a fumar a la calle.

martes, 5 de abril de 2011

Lo que tampoco aprenderé a hacer esta primavera

Rezar un Credo.
Pintarme las uñas.
Conjugar el verbo “odiar”.
Escuchar a Melendi.
Entender a Mourinho.
Admirar a Belén Esteban.
Bailar con esos tacones que tanto se llevan.
Que 2 + 2 me sumen 4.
Llorar más de 5 minutos seguidos.
Votar al PP.
Leer Best Sellers de vampiros guapos.
Encender una cerilla sin quemarme.
Apuntarme a singles Barcelona.
Coger el paraguas por si llueve.
Aburrirme.
Ver películas Yankees sobre Yankees que juran por la bandera Yankee.
Silbar con los dedos, como mi sobrina.
Y callarme.
Callarme un poco y mejor, tampoco.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Esas dichosas palabras

Siempre he pensado que en el diccionario del día a día hay tres tipos de palabras. Las que acarician. Las que se abstienen. Y las que duelen.

Me preocupan especialmente estas últimas. Su carácter rotundo las hace despiadadas. Las viste de incertidumbre. Y las peina con nuestro miedo. Son palabras que escuecen, sudan, estresan y muerden.

Esta semana las he visto. Volaban rasas a pocos metros del suelo, esperando la suerte débil de unos cuantos infelices. He olido su pulso nervioso y esos dedos de hielo con los que otorgan cuando callan. Entre otras lindezas, me han dejado un “no” mustio, un “finalizado” muy borde y hasta un “gracias”.

Y me he sentido tan absurda como un domingo sin electricidad. Ansiosa y estática. Con el único consuelo de avisaros.

sábado, 19 de marzo de 2011

Orgullosa de mí

De mis manías.
De mis recuerdos.
Y de ese aire que guardo en el ánimo cuando llueve mucho.

Orgullosa de mis uñas.
De estos dos ojos casi negros.
Y esos 50 quilos que pesan tan poco.

Orgullosa de mi intuición.
De mi intención.
Y mi vocación.

Siempre frágil.
Y siempre otra.
Por mí y conmigo misma.
Yo.

viernes, 11 de marzo de 2011

Dame amor y dime tonto

Y te dices mil veces lo que te dijeron otros.
Que no. Que ese espécimen no era para ti. Demasiado bajo. Demasiado alto. Demasiado simple. O muy complejo. Un auténtico egoísta. Y un idiota.

Y te cuesta entender cómo tú (con tus inquietudes y virtudes) acabaste en los brazos de un tonto cualquiera. Tú y tú. Tan lista y tan mona. Tan precavida y tan cauta. Más escéptica que la sombra de una esquina. Y sin embargo ahí estás. Embargada de reproches. Con menos alma que un sello. Ofuscada y encogida. Triste.

Y te buscas en los demás, que son esos otros que también se equivocan. Hasta que te susurras “basta”. Eso sí. Siempre y solo después de pagar el peaje del tiempo.

Y un día llega este día. El día en el que te quitas, sin ningún esfuerzo, el par de zapatos de cristal que esclavizó tu destino con bailes muertos.

lunes, 28 de febrero de 2011

Por solo 5 sílabas

El adjetivo fetiche de este país es (con el cabreo que me otorga el cabreo):“des-me-su-ra-do”.

Desmesurado el poder de la demagogia que se intuye (y se GRITA) en los bares, por la madre que parió a la impunidad.

Desmesurado el rol de los medios y de esa mano que mece la cuna denominada Telecinco.

Desmesurado el recorte arbitrario de los políticos que, con las tijeras de las arcas públicas, nos están dejando sin un puto dibujo para colorear.

Desmesurado el conformismo que nos crece de la impotencia, y nos envía a Alemania para evitar eso tan feo de borrar parte de la experiencia en el currículum.

Desmesurado Mourinho y su discurso de entrenador “interplanetario”.

Desmesurado el meteorólogo que pone iconos de lluvia en todas las esquinas de los mapas de nuestros fines de semana.

Desmesurado el índice de chanchulleo que huele a nuevo rico.

Desmesurado todo, mucho y a cualquier hora.

- Póngame 20 “desmesurados” más, por favor. Que son gratis.

lunes, 21 de febrero de 2011

Un hada, dos hadas, 3 hadas

Discuto mucho con mi sobrina sobre la existencia de las hadas.

La niña (que tiene 7 años y una capacidad notable de comportarse como una auténtica Leo) me desafía con todo tipo de argumentos racionales que me obligan a plantearme si dejar de comerme las uñas vale la pena en estos tiempos.

Para ella es un juego. Para mí, otra lucha.

Desde lo más profundo de los despropósitos le explico, una y otra vez, que sin hadas seríamos muy poquito de lo que somos. No podríamos mezclar colores, ni tararear canciones, ni disfrutar de ese vértigo que unos días nos produce miedo y otros, rabia. Ni tener cosquillas. Ni…

- ¿Cosquillas tampoco, tía?
- Tampoco. Sin hadas, nada de nada.

Cuando me canso de manifestarme sola en la plaza del comedor, dejo a mi sobrina en el sofá, ensimismada en su “no”, envuelta en esa rotundidad que solo viste a las princesas desconcertadas.

Y a los pocos minutos la escucho acercarse, con un silencio felino, arrastrando sin saberlo el peso invisible de sus alas.

lunes, 14 de febrero de 2011

14 de febrero

Reconozco que no. De sentimental tengo lo mínimo. A veces, incluso menos.
Cuando me hablan de romanticismo me acojo a Poe, que el amor de por sí tiene mucho de vampírico y nada de verbo.

La familia me parece un bien necesario. Los amigos (los pocos, poquísimos que tengo), un acto de fe. Y del resto de sentimientos, sé mal. La sensibilidad y la ironía cotizan a la alza pero digámoslo, son los ingredientes básicos de un buen número de platos fríos.

Si me dicen que caí, lloro por dentro. Como los grifos cerrados, los pantanos deficientes y las cuerdas de las guitarras. La realidad me duele. La verdad me oxida. Y si tú me dices ven, hasta puedo salir corriendo.

Sirva esta declaración de inicios para manifestar mi admiración por los que saben llorar con los ojos muy abiertos. Por los que desechan Kleenex a golpe de miserias. Por las que se les corre el rimel, y por todos aquellos que se dejan las pestañas cortas.

Reconozco que sí. Yo quisiera reir…como llora Chavela.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Arte

Lo mejor de ser géminis (me refiero al hecho de ser “presuntamente” inestable, versátil y voluble) es que, en cuestión de horas, puedes pasar de escribir sobre negro a escribir sobre blanco sin que te tiemble el pulso ni la conciencia. A este curioso fenómeno algunos los llaman frivolidad. Pero no. No de la buena. Juro, por todas las palabras que me sé, que es pura supervivencia.

El arte de cambiarse de acera, de renglón o de silla tiene su complejidad. Para empezar, hay que moverse. Y moverse, con la humedad meteorológica y mental que está cayendo, tiene sus riesgos.

Al verbo “moverse” hay que sumarle el desgaste proporcional de coherencia / sentido común implícito. Y restarle el conformismo ambiental, la pereza universal y las pocas ganas de tener ganas.

El resultado (para los que se atrevan), ya adelanto que da un número negativo y primo. Muy primo. Pero es que la matemática literaria tiene estas cosas.

jueves, 3 de febrero de 2011

Ay

Entre la neurosis y la multidosis anda medio planeta. La “princesa” de Sabina, por el principio de sus principios, ha pasado a mejor vida. Y que el maestro la tenga en su gloria. Amén.

Los expertos aún no lo saben, pero las puntas de todos los lápices del mundo se nos están desgastando en exceso. Entre los ni-nis y los noes, entre los grises y los negros, ni siquiera cabe un paréntesis anoréxico.

Que por quedar, ya no nos queda ni el sutil acento de la palabra “solo”. Nos estamos quedando “solos”. Pero “solo” “solos”.

Y eso duele.

viernes, 28 de enero de 2011

A oscuras

Ves “Redes”. Intentas des-sintonizar Telecinco. Haces yoga. Cuentas hasta 100 después de enterarte de que “el Cuco” sigue negándose a declarar. Respiras hondo. Escribes a mano, poseída por una especie de fuerza que sólo dialoga con la impotencia. Llenas un folio. Por delante y por detrás. Inspiras. Y expiras. Echas mano de Saramago. De García Márquez. De Gil de Biezma. De Cortázar. Recuerdas todas las veces que leíste esas frases que en su día cargó la inteligencia. Las localizas pronto. Siguen ahí, impasibles, subrayadas por un lápiz indefenso. Y te preguntas por qué, cómo, cuánto.

Y sobre todo, cuándo tendrás el valor de cerrar tu maleta y alejarte sin que te vean con lo poco que te queda de coherencia.

miércoles, 19 de enero de 2011

Hay

Hay días oscuros y días opacos.
Doy fe de que los opacos son los peores.
Se te agarran a los huesos con una fuerza parasitaria atroz y te chupan hasta el calcio sin permisos ni perdones.

A los días opacos deberíamos castigarlos sin cena, sin tele y sin paga semanal. Sumirlos en la más sumisa indiferencia y sacarles la lengua. Ponerlos de rodilla y obligarlos a copiar 100 veces “no volveré a ser un día opaco”.

Así, y sólo así, aprenderían que las personas humanas somos una y no 51.
Y que tenemos alma, coño.

viernes, 14 de enero de 2011

Un enero quiero

Entre alusiones e ilusiones se nos ha colado en el 2011 un enero más bien rana. Ni caluroso ni frío. Y tan ingenuamente húmedo como esas lágrimas de cocodrilo que corren poco y mal por las mejillas de los críos más consentidos.

Este enero en el que vivimos huele a marzo y sabe a octubre. Hablar habla por los codos, pero se defiende de forma cobarde con excusas banales aún no recicladas.

En otro contexto legal, creo que solucionaría este despropósito con una buena dosis de humo + cafeína. Pero tal y como está el patio me pido sofá, película y manta. Hay que joderse.com / 2.0.

sábado, 8 de enero de 2011

Salir corriendo

No.
No voy a hablar del Día de Navidad. Ni del de Fin de Año. Ni de la Noche de Reyes. Ni de los excesos irresponsables, inconscientes e inusitados de comida y bebida.
Ni del hastío de mi tarjeta de crédito.
Ni de la Familia (escrito así, con la inicial en mayúsculas).

No.
No voy a hablar de cómo me ha bajado la tensión estos días por culpa de tanta conversación / discusión / punto de vista estúpido.
Ni de las mil veces que he contado mil, antes de quemar la casa y coger el primer avión que saliera del Prat.

Pues no.
Aunque suene cobarde, insulso o superficial, hoy sólo voy a hablar de esa voz inconsciente que lleva 20 días susurrándome en el ánimo:

“Montse, cierra los ojos y sal corriendo”. Sin zapatos. Sin reproches. Con lo puesto.

Y después, justo después, “GRITA”.