martes, 26 de octubre de 2010

Y dicen

“No cambies nunca”, me dicen.

Aunque tu madre considere que eres lo más parecido al Gurb de Mendoza, no cambies.
Aunque no sepas hacerte la manicura francesa ni crezcas siete centímetros por obra y gracia del tacón santo, no cambies.
Aunque te apasione ver los partidos de fútbol en bares con hombres y humo, no cambies.
Aunque te venzan las miradas y la ironía se te vista de verde, por favor no cambies.
No cambies por activa ni por pasiva. Por centésima ni por milésima.

Y quédate ahí, entre los besos que das y los que sigues debiendo. Sencilla y absurda, como el compás del eco sigiloso de tus alas.

lunes, 18 de octubre de 2010

Demagógico e inofensivo, como los trucos de magia de toda la vida

En 3 palabras. No-lo-entiendo. No entiendo en qué minuto de máximo “share” (así llaman los idiotas a los índices de audiencia), el periodismo se convirtió en ocio mediático y el ocio mediático en una arma de destrucción masiva.

En 2 palabras. No-sé. No sé qué grupo de trileros televisados (y/o televisivos) nos cambiaron a Cenicienta por la Princesa del Pueblo de Paracuellos de Jarama. Así. Sin anestesia, ni referéndums. Con un par.

En 1 palabra. No. No al cinismo que convierte en héroes a marionetas que fermentan en la ignorancia. No a los titulares que imprimen verdades con tinta y sangre. No al odio que duele a terceros y nutre las arcas de los primeros.

Y, sobre todo, no (y nunca) a los enanos que a estas alturas dejan a Blancanieves en la puta calle.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Dentro

Necesitaba escribir. Cuando se me acumulan las palabras no soy nadie y huelo a nada. Necesitaba salir. Tocar la calle con las manos y vivir a la gente. Tragármela. Digerir su forma de andar, esos ademanes tediosos que retan al reloj. Necesitaba esconderme dentro de mis párpados y cerrar los ojos en intervalos de segundos. Fugarme de mi entorno y poner los oídos en blanco. Necesitaba música sorda. Y velas. Millones de velas dibujando un pasillo infinito. Mi pasillo. Ese que serpentea hasta perderse en el mar.