viernes, 30 de abril de 2010

Estoy allí

Como las mejores hadas, corro de puntillas por superficies silenciosas. Esas superficies son páginas de libros tintadas con palabras mágicas. Palabras que subrayo con lápiz de punta muy fina, en un intento por convertir mis trazos mal esbozados en líneas rectas. No lo consigo casi nunca, pero tampoco desisto. Sólo los cirujanos son capaces de dominar con precisión los secretos de la piel rectilínea.

Cuando las puntas de mis pies se cansan, me escondo siempre en alguna de las tres últimas páginas. Me desnudo sin hacer ruido y me acomodo en cualquier “jota” mayúscula.
Y apago la luz, sí.
Mientras el peso de las palabras finales pone a prueba mi fortaleza.

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