domingo, 2 de mayo de 2010

Te mato y me cuento veinte

Yo siempre he querido ser de color azul como los pitufos pero mi madre, que es muy dada a mostrarse intransigente a la mínima de cambio, me obliga a ser blanca como todos sus antepasados. Se enfada mucho con mi hermana (que la pobre es muy tímida) porque en cuanto sale de casa, y la mira de reojo el hijo menos feo de la vecina, se pone roja, roja como los tomates maduros.

Mi padre, en cambio, desde que pasó una hepatitis apropiadérrima que lo tuvo dos meses en cama, se nos ha vuelto sincero. El otro día, sin venir a cuento, nos confesó que no le hubiera importado nada, nada casarse con una china, y entonces mi madre entró en cólera y se puso verde de la envidia.

A mí tanta contradicción familiar me trae negra. Y es que así no hay forma humana de poder ser un pitufo.

1 comentario:

  1. Hola Montse,

    Soy Rubén. Hasta ahora no me conocías. He llegado hasta tu blog desde facebook, y me ha encantado tu forma de escribir.

    Así que a partir de ahora tienes un admirador más.

    Saludos, Rubén

    Ps: Por si te interesa saber algo más de tu nuevo admirador: http://theblogofillusions.blogspot.com/

    ResponderEliminar