lunes, 18 de octubre de 2010

Demagógico e inofensivo, como los trucos de magia de toda la vida

En 3 palabras. No-lo-entiendo. No entiendo en qué minuto de máximo “share” (así llaman los idiotas a los índices de audiencia), el periodismo se convirtió en ocio mediático y el ocio mediático en una arma de destrucción masiva.

En 2 palabras. No-sé. No sé qué grupo de trileros televisados (y/o televisivos) nos cambiaron a Cenicienta por la Princesa del Pueblo de Paracuellos de Jarama. Así. Sin anestesia, ni referéndums. Con un par.

En 1 palabra. No. No al cinismo que convierte en héroes a marionetas que fermentan en la ignorancia. No a los titulares que imprimen verdades con tinta y sangre. No al odio que duele a terceros y nutre las arcas de los primeros.

Y, sobre todo, no (y nunca) a los enanos que a estas alturas dejan a Blancanieves en la puta calle.

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