martes, 25 de mayo de 2010

De cuando fuimos letras, Mejide

Ser triste es no ser feliz, pero a veces estarlo. Ser triste es querer reír, y sonreír apenas. Ser triste es alegrarse el tiempo justo que se tarda en volver a tropezar con uno mismo. En una palabra, sobrevivirse. Cuando se es triste, ya pueden sobrarte motivos para dejar de serlo. Como alguien diría, la alegría se tiene, y en la tristeza se está. Al igual que ocurre con las ciudades, los países o los patios particulares, hay personas en las que siempre llueve. Gente que sólo es capaz de ver el sol dos días al año.

A esa gente va dedicada esta línea. Y ésta. Y ésta. Y todas las que hagan falta para soplar todas las nubes de sus únicos días. Sí. Que son suyos, y de nadie más. Que nada ni nadie se los estropee. Por favor.

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