domingo, 23 de mayo de 2010

En blanco y negro

Se me han adormecido las manos y he vuelto a sentirme impotente. "La edad nos convierte en vidrio hasta rompernos", me dice el médico. "La edad nos mata", le corrijo. Me he levantado temprano porque quería retirar la mesilla de la sala para ganar espacio. Pero hoy mis manos tienen sueño.

No sé si quiero ver a mis nietos. Me entristece que dibujen arco iris que yo veo en blanco en negro. Arco iris débiles, sin azúcar ni sentimientos.

Hace años que me instalé en la ficción de los recuerdos y por eso no veo colores en los cielos de papel de mis nietos. No sé qué excusa darle a mi hijo, ni cómo explicarle que soy la única superviviente de un mismo trayecto. Que hace años que me siento en la butaca de un avión que no aterriza. Que mientras volamos escucho el silencio autista de las palabras sordas. Y que caigo en un lugar distinto al que me despierto.

Me pregunto si los que sobreviven a un accidente pueden seguir viviendo. Me preocupa que mis manos no despierten cuando decida utilizar las tijeras para desgarrar la parte de soledad que me crece dentro.

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